sábado, 10 de julio de 2021


 

Comenzado el verano, el cartero ha traído a mi casa nuestra querida carta, tras dos años de emocionante viaje. Es un paquete que enseguida atrae la atención de mis gatos. Después de que haya pasado por el minucioso examen de los felinos, decido abrirla, saboreando esa emoción del reencuentro desde que partió desnuda … hoy llega colmada de aventuras. Con una pequeña navaja rasgo el precinto de la caja de cartón. Encuentro un tarro de miel que mandan mis amigos apicultores, libros que me envía isabel y el sobre con los haikus, todo muy bien envuelto. Pienso en el cariño con que ha sido preparado, en la casita del lago de mis amigos franceses, el rumor de las abejas y el viento sobre las hojas del arce japonés que hay en su jardín; mis gatos seguro que huelen a la gata Geisha, que sin duda se acercó a la carta como ellos hacen ahora, percibiendo aromas de tantos lugares, captando matices que yo nunca sabré y que ellos mantendrán en secreto. Qué ancho es el mundo y cuántas personas han acogido al pequeño haiku con exquisita ternura…

Siento gratitud de poder recibirla, de formar parte de este universo de personas de corazón japonés, personas conscientes de que este camino es largo y no fácil; sin embargo, alimenta el espíritu cuando llevas un tiempo en él.

 

                La carta haiku ha regresado a Albacete y trae buenos haikus manuscritos. Cuántas personas aquí, cuántas voces. Con cuidado voy explorando este universo de papel, dibujos, postales, haikus … reconozco los nombres de haijines amigos, algunos que tengo la suerte de conocer personalmente, otros que algún día conoceré. La caligrafía de mis amigos me sorprende, pues todo lo que he leído de ellos ha sido en el ordenador o en libros … es un placer contemplar su escritura, descifrar las palabras que tiemblan en una hoja de papel de seda.

 

Aquel viaje de diez mil pasos que comenzó en una carta no concluye aquí. Como ondas en el agua estos haikus seguirán llevando su mensaje de paz; sus palabras de concordia pertenecen a toda la comunidad del haiku. Este es un legado que debemos compartir.

 

En otoño se celebrará en Albacete el 7º encuentro de haiku, que estará dedicado al increíble viaje de un haiku por el mundo, recogiendo lo mejor que hemos podido ofrecer a los demás: pequeños momentos de asombro ante la sacralidad del mundo.   

 

carta de Beauvais…

se abren al atardecer

las flores de onagra


Toñi Sánchez Verdejo







jueves, 27 de mayo de 2021

La carta llega a Francia. Penúltima estación


 Hola queridos amigos y amigas. Ya tenemos la carta más cerca. Visita la casa de Isabel Asúnsolo, gran haijina y amiga de Hojas en la acera,  en Francia. Después de más de dos años, miles de kilómetros y cientos de personas que ha colaborado con su haiku, está más cerca de Albacete de donde partió. 

Habrán muchas sorpresas y os las iremos contando.




De Isabel Asúnsolo:

Qué alegría abrir el buzón y encontrarme con un sobre con escritura japonesa! 
Un sobre abultado que abrí con las dos chicas que trabajan conmigo, Eva y Emi. Nos sorprendió la diversidad de dibujos, colores... Hay postales, cuadros, fotos, acuarelas con los haikus. Uno por uno fuimos leyendo los haikus de Japón, de España, de América... Leer nombres conocidos fue como si tuviera noticias de tantos amigos que no veo desde hace mucho. Lo más bonito es descubrir letras singulares, las huellas distintas del estilo de cada quien y los impresionantes kanjis.
Viva la correspondencia a mano ! Gracias por este regalo que pronto va a llegar hasta vosotros a Albacete... con algo más de peso.



martes, 26 de enero de 2021

La carta/haiku llega a Japón

"Esta mañana ha llegado el Haiku por el mundo desde Córdoba, Argentina, a Kioto, Japón. Es un día con sol como primavera y vino volando como un pájaro. Contiene muchos haikus preciosos y lindos dibujos. Va a descansar durante un tiempo en Kioto. Muchas gracias por todos los amigos de haiku que me regalaron esta experiencia hermosa!"

Kayoko



domingo, 10 de enero de 2021

Continuamos por tierras argentinas

 La carta continúa su viaje por argentina antes de volar con destino Japón. 

Nuestro amigo y haijin Juan Carlos Durilén le abre las puertas de su casa. 

    ¡Alegría y emoción fue lo que sentí al recibir hoy este sobre tan especial de Haiku por el Mundo

     Alegría y emoción al tener frente a mis ojos esa variedad de papeles, de colores y tamaños, tan livianos e intensos, en que las manos de tantos queridos amigos y amigas haijines han estampado de puño y letra sus sentimientos, sus miradas, sus impresiones en hermosos haikus. Y no solo eso. También las pinturas con que muchos y muchas han acompañado sus versos. He sentido esa cálida cercanía, casi familiar, de todos ellos al leer cada haiku sentado a mi mesa. 

     Me siento feliz y afortunado de poder tener este privilegio de estar dentro de esta maravillosa iniciativa de HELA, cuyo itinerario lleva a la fecha más de año y medio de recorrido. Agradezco profundamente el honor de haberme permitido participar. 

     Siento como si todos estos papeles viajeros fueran una bandada de pequeñas palomas mensajeras (o de gorriones, si así lo preferís), llevando de corazón a corazón un sentimiento compartido, mensajeras de paz y poesía que tanto hace falta en estos tiempos de zozobra. 

     Pues bien, esa bandada partirá próximamente con destino a Japón para que llegue a las manos de la querida amiga Kayoko. Y continuará luego su viaje hacia otros países hasta alcanzar el punto de partida, completando este extraordinario periplo de dar la vuelta al mundo con su valiosa carga. 

 

     Aprovecho para desear desde esta Córdoba austral a todos los amigos y amigas, compañeros de ruta, lo mejor en este inminente 2021 para afrontar esta situación que aún padecemos a nivel mundial, y poder concretar nuestros sueños… 

 

¡Un abrazo y hasta siempre! 

 

Juan Carlos 

En la Navidad de 2020  







Seguimos por tierras Argentinas: Córdoba

 Hola a todos y todas lectores de HELA. Continúa su viaje nuestra carta por el mundo. Esta vez visita la casa de nuestros amigos haijines: Julia Guzmán y Jorge Giallorenzi. Con mucha ilusión nos envían estas fotos del contenido de lo que es ya un paquete lleno de haikus, fotos, postales, dibujos y mucha ilusión. Os mostramos las aportaciones del grupo de haiku de Córdoba. 

Gracias queridos amigos. 


































domingo, 15 de noviembre de 2020

En tierras Argentinas: Buenos Aires



 

   Y un día entrada la primavera, el gorrioncito que había partido hace más de un año de las tierras del Quijote, llegó después de cruzar el océano y recorrer algunos países de Sudamérica, hasta el Sur del continente. Dio unos pasitos con sus patitas mojadas por algunas terrazas de Buenos Aires y volvió a volar hacia su nuevo destino.

   La pandemia hizo que estuviese en casa aguardando el momento de juntarnos con los compañeros para poder compartir la lectura. Antes de la partida nos dejamos asombrar con todo lo que trajo y entregamos nuestros haiku para que junto con él, vuelen a otros lugares tan asombrosos como los que ya fue recorriendo. 

   Fue tan preciado tener la carta ese  tiempo… disfrutar con mis compañeros las imágenes que acompañan cada papel, emocionarnos al leer cada haiku, ver la letra de tantos conocidos con los cuales  a través de los años hemos transitado el mismo camino. Era como tenerlos más cerca, cara a cara. Reconocer su nombre en cada papel y evocar lo compartido fue una manera de acortar la distancia. Una experiencia hermosa, hermosa y necesaria para este tiempo. 


lunes, 12 de octubre de 2020

Carta de Juan Felipe Jaramillo

 




CARTA EN LA PANDEMIA:

O DE CÓMO EL HAIKU SE EXTIENDE COMO UN VIRUS

PERO LENTA, LENTAMENTE.

 

 

 

lluvia de estrellas…

el gusanito verde 

cruzando aún la calle

 

Diente de León (Juan Felipe Jaramillo), Medellín, 12 de octubre de 2020.

 

 

 

I

Una carta es un objeto extraño, provocador de sensaciones y asombros. Primero, está su apariencia: guardada en un sobre de papel marcado con algunos sellos o estampillas, con los nombres del destinatario y del remitente y sus direcciones –a menudo escritos a mano. Luego, su naturaleza viajera, con su aspecto de extranjera, su procedencia desde lugares remotos. Ah, y su olor, no necesariamente añadido adrede, el olor natural del papel, o de las tintas, o de los espacios y objetos compartidos durante el largo viaje… Es algo muy primitivo, lo acepto, pero como lo hacen otros mamíferos, acostumbro a oler los objetos que me atraen. Luego, viene esa entrañable ansiedad por ver lo que hay adentro, el deseo de abrir con cuidado, sin romper nada y menos su valioso contenido. Generalmente, respiro varias veces lentamente mientras retiro poco a poco el papel doblado y el resto de los objetos que contiene. Y los observo, primero al revés, dando vueltas a uno y otro lado, observando cada detalle, para darme tiempo, para llegar poco a poco al principio, a donde se inicia el texto de la carta…

Sí, una carta es un extraño objeto del pasado. Como tantas otras especies, el problema es que es ya es una especie en extinción. Últimamente, las únicas cartas que se reciben son facturas, publicidad, notificaciones oficiales o políticas… Otro atentado contra el gozo del misterio. Nuestras cartas son ahora instantáneas, llegan de inmediato por la magia de un clic, sin posibilidad de olerlas, de darles vuelta, de disfrutar su extrañeza y otredad… Qué pena con las nuevas generaciones que quizás tampoco disfrutarán más con el olor de los libros recién comprados a los que había que separar sus hojas con un cortapapel o una navaja…

 

 

II

Como las cartas, anclado en el pasado que quiere ser presente, que no quiere despeñarse en el vértigo de la extinción, el haiku lentamente nos conquista. No riñe con las vanguardias ni las grandes invenciones, no posa de creativo ni de original, se siente cómodo entre las piedras, las nubes y los aguaceros, que son prácticamente los mismos desde hace cientos de miles, de millones de años. El haiku no pretende ser poesía del misterio ni de revelaciones, no anuncia ni demuestra nada que no conozcan demasiado bien los más jóvenes y los más ancianos entre nosotros. Su valor no compite con el del aire que respiramos, ni quiere ser mejor o más profundo que el agua que nos baña o fluye en nuestro cuerpo. El haiku no dice verdades absolutas, no lanza proclamas, no declara principios ni creencias… El haiku es como una carta del pasado que nos llega para recordarnos que para vivir solo hay este tiempo: ¡el presente!

 

 

III

A mediados de abril, llegó a Medellín (Colombia), una carta desde México que se tomó más de 2 mes para completar su recorrido. Ya se había decretado la pandemia que paralizó al planeta entero. Elías Dávila al parecer no pudo compartirla con otros. En San Pedro, Toluca, solo agregó un haiku propio:

 

 

La cigarra

por un momento da voz

al árbol muerto.

 

 

La carta había salido de México con fecha del 2 de febrero. Elías solo añadió una nota breve, tanto como su haiku, que contiene un fraterno abrazo primaveral. Nada más.

 

 

IV

Pero, en realidad, era un paquete robusto que contenía muchos haikus, algunos individuales, finamente escritos, a veces acompañados con espléndidas ilustraciones hechas a propósito por el propio autor, es decir, auténticos haigas1. Otros, en ramillete, eran fruto de un encuentro de varias voces (talleres o grupos de haijines de un mismo sitio), cada una con propio puño y letra del autor. Qué contenido más variado y vibrante.

 

La carta haiku había empezado a viajar desde junio de 2019 por las tierras de España –como aparece en un par de haikus, quizás de los primeros—. Y aunque no todos dan cuenta de su procedencia, en algunos se añade el encanto de esos bellos nombres de la tierra de la que procede nuestra lengua común que, con algo de reclamo y de nostalgia, llamamos la “madre patria”: Soria, El Escorial, Menorca, Valencia, Rioja, Zaragoza, Galicia, Albacete… y seguramente otros lugares no nombrados.

 

Me sentí, como tantas veces en mi infancia, cuando vaciaba el pequeñísimo cofre de las joyas de mi madre –lo más parecido a un “tesoro” que mi mente de niño imaginaba—. Vi collares de “perlas”, aretes de “diamante”, anillos de rubí, piezas de oro y platino, esmeraldas, lapislázuli… Estas joyas para mis ojos me hablaban de especies no familiares, de lugares desconocidos, de otros nombres (el corzo, Turia, el simún, el siroco, el tendal, el taray…), de otros sabores, otros aromas, otras sensaciones cercanas y desconocidas al mismo tiempo.

 


1 “(…) ambos son creados con el mismo pincel y tinta, aumentar una imagen al poema haiku era…una

actividad natural”. Addiss, Stephen (1995). Haiga: Takebe Sōchō and the Haiku-Painting Tradition. Richmond: University of Richmond.

 

 

V

Extraño momento este en el que casi simultáneamente en todos los países los ciudadanos del mundo fuimos conminados al aislamiento, a la reclusión, al distanciamiento… La sombra de la “peste” se extendió de nuevo por el mundo entero. Extraño momento… mezcla de amenaza, miedo, control, ensimismamiento y la contundente inmersión en el mundo virtual, en la poderosa red del ciberespacio. Mas conectados que nunca, pero no más comunicados.

 

 

VI

En Medellín, el taller haiku-dô dejó de reunirse desde marzo, al comienzo de la cuarentena. No era una actividad prioritaria para la mayoría y el tiempo empezó a ser copado por las largas y fatigosas horas de actividades en línea, por el apabullante e inmovilizador teletrabajo. Como receptor de la carta, para compartirla, la convertí en una presentación de Power Point (desdibujando todos sus misterios y el encanto de sus detalles) para que el grupo pudiera conocerla y tratará de responderla. Solo en agosto (4 meses después de recibirla) reiniciamos nuestros encuentros mensuales del taller de haiku de forma virtual.

 

 

VII

A la lentitud natural del viaje de las cartas, se le sumo otra lentitud, la de la densidad y la incertidumbre del momento nebuloso que compartimos. Al fin, en septiembre, 12 haijines de Medellín pusieron su impronta en este abrazo que ahora llega hasta Argentina. Son otras llamitas que titilan en la oscuridad, otros guijarros que brillan como joyas en el océano del asombro. Son un testimonio de esta hermandad telúrica que celebra el milagro de la germinación y de la propagación de esta extraña planta -entre otras- que solo parecía posible en el Japón.


  Comenzado el verano, el cartero ha traído a mi casa nuestra querida carta, tras dos años de emocionante viaje. Es un paquete que enseguida...